Encrucijada de Cádiz

Antes de que los puertos USB fueran puntos de conexión un tanto mágicos, también otros puertos, los de verdad, eran lugares de encuentro y generación. Como el puerto de Liverpool, donde el rock&roll norteamericano, en el filo de las décadas de los 50 y 60 del siglo XX, desembarcaba en forma de discos difíciles de encontrar en el resto de Europa para hacer las delicias de los adolescentes Lennon y McCartney e influir en la música que sonaba en The Cavern y que luego explotó en el mundo entero.

No era la primera vez. A principios de siglo el blues que bajaba por el caudaloso río Misissipi se mezclaba con las habaneras y otras músicas que llegaban al puerto de Nueva Orleans, navegando por el Océano Atlántico, el mar Caribe, el Golfo de Méjico… para terminar creando el jazz.

Y tampoco era la primera vez: un par de milenios antes, otro puerto, el de Cádiz, y otro río, el Guadalquivir, concentraban los influjos de distintos tiempos y lugares para dar lugar a un arte hedonista. La música cantada, el ritmo marcado por las crusmata baetica (castañuelas) y la danza provocativa hicieron célebres en todo el imperio romano a las muchachas de Cádiz, puellae gaditanae. Sobre ese sustrato, más ochocientos años de cultura árabe -impregnada de negritud-, con el influjo de los gitanos de diversas procedencias y bastante misterio surgió el flamenco, que ha tenido en la provincia de Cádiz exponentes memorables, como Camarón, Chano Lobato, José Mercé, La Paquera de Jerez… al cante, Juana Vargas, Sara Baras… al baile, Paco Cepero, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía a la guitarra… la lista es interminable.

Y gaditano tenía que ser el pianista Chano Dominguez, uno de los que mejor han fusionado jazz y flamenco, hasta darle proyección internacional y un desarrollo que sigue, imparable.

Muchos saxofonistas se han acercado al jazz, de los norteamericanos John Coltrane (Olé, 1951), y de los españoles fue pionero, con una aproximación más académica, el navarro Pedro Iturralde (Flamenco Jazz, 1967), aunque no siguió por ese camino como sí lo hizo el madrileño Jorge Pardo, implicándose con pasión: su dilatada carrera ha merecido el reciente premio como mejor músico europeo de jazz 2012. Otro de los grandes, el valenciano Perico Sambeat, ha demostrado su versatilidad en el CD Flamenco Big Band (2008)
Pero tenía que ser en Cádiz donde el saxo, la composición y la voz se aunasen en Antonio Lizana para conseguir un nuevo paso importante en el desarrollo del jazz flamenco (o flamenco jazz, como dice su primer disco, tanto monta…). Esta joven figura emergente se ha formado rigurosamente e n la música clásica y en el jazz. En cuanto al flamenco, lo lleva de serie, interiorizándolo desde su infancia gaditana. Que sepamos, quizá el único saxofonista, el único instrumentista del jazz flamenco que además es cantaor. Esto ha llamado la atención del pianista Arturo O’Farril (hijo del mítico trompetista y también director de orquesta Chico O’Farril), cuya big band de jazz latino -con la que ha colaborado y grabado Antonio Lizana- es una de las más reputadas de Nueva York.

Logo red social - Facebook BN Logo red social X BN 2 Logo red social Instagram - BN Logo red social - Telegram BN Logo red social Youtube - BN Sin título-1